¿Aló? ¡Ay soy yo!.. No ves que ya llegué media hora antes
Por Sergio Arce. 6:07 a.m. Costado norte de la iglesia de Escazú centro. Pilar Sánchez es la primera en la fila. Solo hay dos personas. Ella y Alonso Jiménez. Ambos esperan el bus que los llevaría hasta La Uruca. Ahora la fila la conformamos tres personas.
A un lado está el “cheque”, la persona responsable de medir los tiempos de salida y llegada de cada unidad. A su lado hay dos oficiales de Tránsito. Conversan distendidamente. El flujo vehicular es mínimo por la zona.
De vuelta a la fila, Pilar está con una enorme expectativa. Ella suele tomar dos buses (Escazú-San José centro y San José-La Peregrina (en La Uruca) y eso le toma, usualmente, hora y 20 minutos de ida, y dos horas de vuelta.
6: 10 a.m. Llega el bus, ampliamente rotulado; no hay cómo no divisarlo. Su conductor Freddy Madrigal recibe a Pilar y a Alonso de muy buena manera, muy educado. Yo le pregunto la tarifa (la vi en la parte frontal pero quería tantear la paciencia del chofer), y él respondió de manera cortés. ¡Son ¢350!
6:15 a.m. Somos tres en la unidad… y así salió el bus. Pilar se sienta detrás del conductor y le lanza una metralleta de preguntas: ¿Cuál es la última parada? ¿Me deja cerca de la calle principal de La Uruca? ¿Cuánto podría tardar el recorrido? Con paciencia salesiana, don Freddy trata de disipar cada duda. Son razonables, pienso a un lado de esta joven escazuceña.
La unidad recorre el centro de Escazú, se dirige hacia San Rafael hasta salir a la vía que comunica con Pavas por los Anonos. Allí se suben seis personas, todas con una pregunta para don Freddy, y todas las responde amablemente.
La más inquieta fue Rosa Álvarez: ella no solo le pregunta al chofer sino que se sienta detrás de Pilar y le espeta cinco preguntas, algunas repetitivas. Quiere estar segura de que el bus la dejará cerca de su trabajo.
Suena su celular. ¿Aló? Ay mujer… voy por el puente (Anonos) y vieras que me deja más cerquita. ¡Qué salvada! Ah no, esto está muy rico. Imagínese… Todo lo que me voy a ahorrar en pasajes. Bueno, te dejo, ahora hablamos.
6:27 a.m. El bus pasa por la zona industrial de Pavas y la gente vuelve su vista hacia la pista. Desde este lado de Pavas se divisa el peaje.
6:30 a.m. La unidad llega a un costado de la Distribuidora Santa Bárbara, en el centro de este distrito josefino. Un segundo ‘cheque’ saluda a don Freddy: ¡Mi hermanito!
Otra llamada. Era Rosa. ¡Ay soy yo mija! Ya voy por Pavas. ¡Vieras qué rapido! Susurra algo y corta.
El bus se dirige frente a la escuela Carlos Sanabria Mora, a un costado del estadio Ernesto Rohrmoser. ¡Mirá, esta es mi zona!, pienso para mis adentros.
6:38 a.m. El bus llega poco antes del AyA, frente a la calle principal de Pavas. Otro cheque saluda a don Freddy: ¡Diay hermosura! ¡Cuánto compañerismo!, reflexiono.
Se sube una persona y tampoco evita hacer preguntas.
El bus toma la Circunvalación y se dirige hacia La Uruca.
6:45 a.m. La unidad llega a su destino, a un costado de la Liga Agrícola Industrial de la Caña de Azúcar (Laica). No hubo presas, estuvo muy fluido.
Entra una llamada. Rosa contesta: ¿Aló? ¡Ay soy yo!.. No ves que ya llegué y media hora antes. Bueno, ahora hablamos.
Don Freddy sale de la unidad y cuenta que para él esta ruta es muy buena, y confía en que las personas sabrán sacarle provecho. Rosa y Pilar lo hicieron, al menos lo infiero por sus caras de satisfacción.
6:55 a.m. Freddy Quesada y Gerardo Carballo, funcionarios del Consejo de Transporte Público (CTP), visten camisas y gorras amarillas con el logo del CTP y en la espalda la palabra “Interlíneas” (soy daltónico, pero el amarillo sí lo reconozco).
Ellos están en la zona (donde también confluyen los buses que vienen desde Moravia) repartiendo volantes con el detalle de las paradas de las tres rutas. La de Escazú-Pavas tiene 20 paradas, todas rotuladas (aún no se las han robado, me dije). Y de vuelta hay 25.
¿Qué hay por mejorar? Freddy Quesada, el jefe de Inspección, responde que tratarán de que el bus que viene de Escazú a La Uruca pase por el hospital México. Solo lo hace cuando va de regreso.
Y su expectativa es que hayan más usuarios, porque en estos primeros viajes no se reportó mucho movimiento de usuarios. Quizá es cuestión de que las personas estén más y mejor informadas.
Hoy duermo un poquito más
Por Manuel Sancho. Desamparados tiene una población de 208.411 personas, según el último Censo 2011. Es el segundo cantón más poblado de San José (detrás del central). De ese gentío, miles andan en buses. Hoy amanecieron con una opción distinta para movilizarse a su trabajo.
Dormir un poco más, durar menos (un poco o bastante según el caso) y no entrar a San José es la consigna de los viajeros de las nuevas interlíneas de buses, que hoy iniciaron en la capital. Seguramente nunca un ordinario viaje en bus había tenido tanta expectativa como el de hoy (al menos desde que empezaron a andar buses por esta finca de 51.000 km. cuadrados).
“Macho sale a la vueltica de la Muni de Desampa, ahí nomás”, me dice un joven con su brillante camisa amarilla del Conavi, que reparte volantes para guiar a las personas. Pocos se aventuraron a tomar hoy el bus, entre 6:00 y 7:00 a.m. ¿Miedo a no llegar? ¿Pereza a caminar al centro? Quizás. Yo lo tomé a las 6:15 a.m. Salió en punto.
Cinco partimos del centro de Desamparados, sumándose más en las nuevas paradas. En San Antonio, Gravilias, La Plazoleta…Desamparados es un pueblo vacilón. Algunos mirones hablaban en la calle mientras veían el brillante nuevo rótulo en el parabrisas de la unidad. “INTERLÍNEAS” decía en mayúsculas.
¡Tanto que se esperó y no se llenó! Más de 5 años. Hoy don Jorge Vargas Cullel, director del Programa Estado de la Nación y hombre de gran visión, criticaba en un diario, como se logró en pocos días, algo que no vio la luz en años. Bueno. Acertada la crítica y ahora a sacarle uso.
Adentro, el pasillo vacío. Nadie como sardinas. Asientos de sobra. Luis Castillo parecía un ‘güila’ emocionado, rebotando su mirada en los paisajes por la ventana, que ha visto miles de veces. Habló con la señora en el asiento de a la par de como se ahorraría tiempo en su recorrido de Gravilias al Megasúper de Moravia, de lo necesario de esta vía y el lamento de que no se hiciera antes.
Hay doble puntaje si el bus pasa frente a la casa y también frente al trabajo. Fue el caso de Fernando Calvo, quien solo caminó 5 pasos de su casa en Plazoleta al bus y otros 5 del bus a su trabajo en Moravia. No es pereza, es efectividad, en un país donde estamos acostumbrados a que la ley es sufrir en presas y dormitar en latas de sauna en las que a veces se convierten los buses.
Si puede y le sirve tómelo. Aunque hoy no hubo la mayor demanda posible, los buses intersectoriales solucionan parte del agravio de esta caótica ciudad. Macho, a la vuelta de la Muni de Desampa, ahí podría iniciar un recorrido diferente.
Aprendiendo con los choferes
Por Rebeca Madrigal. “No paga su pasaje” me dijo el chofer que conducía la ruta Uruca-Guadalupe al momento de subirme al bus en la Liga de la Caña en La Uruca. Tal vez porque fui la única pasajera que subía al bus en el viaje de las 6 de la mañana.
Antes de tomar el autobús, un oficial de tránsito monitoreaba la zona y tres caballeros de camisa amarilla con las palabras “Interlíneas” y “CTP” ofrecían amablemente volantes informativos para que los usuarios se identifiquen con las paradas.
Fue confuso al inicio. Al ingresar al bus solo reconocí a tres hombres uniformados y resultaron ser choferes de la empresa Biusa que andaban en su primer reconocimiento por la interlínea que conducirán a partir de hoy. No había nadie más en la unidad y no nos detuvimos en el recorrido de 45 minutos que nos llevaría hasta Guadalupe.
Uno de ellos me pidió el volante con la información de paradas para conocer dónde están ubicadas. ¡Tremenda sorpresa a estas alturas!
Conocí con ellos, entonces, la ruta y notamos deficiencias durante el recorrido.
Primero, la confusión de señalización en las paradas, la mitad de ellas no está rotulada y eso tiene una explicación: ¡se las robaron!, según dijo Silvia Bolaños, viceministra de Transportes.
Los choferes se quejaban de algunos virajes como a la altura de la plaza de La Uruca donde luego de hacer una parada en ese sitio, tienen 50 metros para pasar al carril que les permite virar a la izquierda en la esquina del Grupo Q.
En la ruta casi no hay zonas para detenerse, las paradas están en sectores donde hay un carril por vía, lo que definitivamente desespera a los conductores que van detrás del bus.
El recorrido se cruza con la interlínea Desamparados-Moravia en el centro de este último cantón, y hasta comparten paradas, por lo que bajar y subir pasajeros dependerá de la solidaridad de los choferes para dar espacio al otro.
La hora permitió tener un viaje tranquilo, sin presas, y sin el ambiente particular que se siente en un autobús.
El trayecto de esta interlínea inicia en la Uruca, pasa por la comunidad de la León XIII, llega a Tibás luego a Moravia y termina a un costado oeste del parque de Guadalupe.
Al llegar a la terminal, nadie esperaba al bus que iba de vuelta a la Uruca, y otra unidad salió vacía desde el lugar, eso sí, puntualmente a las 6:45.